Belotas, siempre Belotas

 


                           Belotas, siempre Belotas

 
Las bellotas caídas no caen, humilde fruto de la encina,

Alimentamos el útero de la tierra, sustentamos al animal y al hogar.

Belotas, siempre beotas, ruedan en la historia antigua,

Piensos para cerdos y ovejas, resistencia al hambre.

 En España castigada por el hambre, labios secos de esperanza

masticaron su amargo/verde y doce/maduro, mientras el tiempo ardía lentamente.

 Bella, siempre bella, prosaica, esquemática, discreta,

pero no desespero en la guerra, se fueron al pan donde no había trigo.

 El viento los derriba sin prisa, las raíces del mundo como el petróleo,

E incluso perdido en los días largos, sólo presente cuando falta todo.

No seas un descanso fértil, duerme en una nueva estación,

Esperamos en silencio y paciencia, porque sabemos que llegará tu hora.

Y el hombre, siempre olvidado, no los mira hasta especificar.

Pero esperan generosamente, no en silencio, en los bosques.

en el cielo que nos desconcierta, entre hojas doradas de otoño,

Las bellotas caen como promesas, pequeños tesoros del destino.

Algún día, quién sabe, o alguien, verá que la sencillez esconde la grandeza,

y que la tierra siempre da o que basta, sabemos buscarlo.

Los robles susurran dos años de vientos que bailan entre las ramas,

Narra historias de tiempos antiguos, donde reyes y compatriotas se parecían.

Cada beota contiene un universo, un futuro tronco, hojas y raíces,

un refugio para pasajeros y sueños, un ciclo de vida que se renueva sin demora.

Bellas, siempre bellas, como semillas de un amor posible,

Un regalo para el equilibrio preciso, una carta de que la tierra sigue ahí.

¿Y si un día dejamos velas, los robles se rompieron,

¿Qué contarán las historias del viento? ¿Qué le susurrarán sus raíces al tiempo?

En manos de un viejo campesino queda un hermoso legado,

Promesa de sombra para las redes, prueba de tiempo y paciencia.

Bella, siempre bella, en la tierra, en el viento, en la memoria,

Mantener los ciclos da vida, enseñando que la espera también nutre.


Pr. Gilberto Silva - Gurupi-TO